Hace unos años, cuando empezamos a explorar las relaciones entre las diferentes manifestaciones artísticas y el deporte, nos resultó fácil encontrar ejemplos en el ámbito de las artes plásticas, la literatura, el cine y el teatro. Sin embargo, nos costó más encontrar muestras claras de esta presencia en el arte musical. ¿Por qué?
Inmediatamente, y como paradigma (mediático) de esta curiosa fusión, nos fueron indicados, por algunos profesionales amigos, los Harlem Globetrotters, los cuales, justamente en el transcurso del 2016, celebran el noventa aniversario de su fundación. ¿Sabías que desde entonces han jugado más de 20.000 partidos en 120 países?
Por si no habías oído hablar de ellos, los Harlem Globetrotters son un equipo de baloncesto estadounidense que, en cada uno de sus partidos, deleita al público con un espectáculo de entretenimiento. En sus actuaciones –un claro ejemplo del fenómeno del sportainment que ya analizamos en uno de nuestros primeros posts– la música cobra especial protagonismo, como se puede comprobar en este vídeo: https://www.youtube.com/watch?v=-YhQwsw03yk.
Fue justamente siguiendo las pautas de estos experimentos artístico-musicales que nos encontramos, finalmente, con un proyecto arraigado en nuestra ciudad, Barcelona, que nos sedujo desde el primer momento: Basket Beat. Y aquí empezó nuestra historia de amor.
Como bien lo describe su epígrafe –(DEPORTE), ARTE Y TRANSFORMACIÓN SOCIAL–, Basket Beat es un proyecto complejo que, más allá de los preconceptos a los que nos podría remitir la fusión entre música y básquet, quiere llegar más lejos. Dicho de otra manera: Basket Beat no se limita a utilizar la pelota de baloncesto como instrumento musical. Y eso, ¿en qué se traduce?
Para entender un poco más su génesis, nos pareció interesante ver el documental Actua – Bàsquet Beat, producido por TV3, que nos introducía en las motivaciones, las finalidades y los orígenes de lo que, en 2012 (año de producción del documental) aún era un embrión. Un embrión de aquello que, en la actualidad, y a cuatro años de distancia, se reconoce como uno de los proyectos artístico-sociales de mayor interés generados en Cataluña.
Para contextualizar los orígenes de Basket Beat, que a día de hoy es una metodología educativa que se aplica en los más variados contextos socio-culturales, es oportuno mencionar que su creador, Josep Maria Aragay, es un socioeducador y músico terapeuta.
¿Y de dónde surgió la idea de utilizar la pelota de básquet como «medio» para acercarse a jóvenes con alto riesgo de exclusión social? Como la mayoría de las veces, a partir de una necesidad: la que se le presentó a Josep Maria cuando trabajaba como educador en la asociación Ribermúsica, situada en el barrio del Raval (Barcelona).
Frente al escaso interés de la población joven –principalmente de origen no europeo– por las actividades culturales que ofrecía la asociación, y observando su gran afición por el básquet, Josep Maria, en parte inspirado por antecesores (como, quizás, los citados Harlem Globetrotters), pensó que a través de su afición sería más fácil acercarlos a las prácticas artísticas. ¡Y así fue!
A partir de esta primera y exitosa experiencia, el creador del proyecto de Basket Beat fue, poco a poco, sistematizando la metodología.
Viajó durante casi un año a diversos territorios, impartió talleres de Basket Beat en las comunidades más heterogéneas (Inglaterra, Francia, Sudáfrica, Uruguay, Brasil, Perú, Colombia, Estados Unidos, Canadá, Holanda…) y compartió sus experiencias, simultáneamente, con otras entidades y asociaciones que apostaban por el arte comunitario.
Gracias a estos enriquecedores intercambios, y a partir de sus conocimientos teóricos como socioeducador, Josep Maria fue estructurando progresivamente una metodología educativa: interesante desde el punto de vista académico (es una asignatura del Máster Arte para la transformación social, la inclusión social y el desarrollo comunitario de la Universidad de Barcelona, así como de las Carreras Sociales de la Universidad Paris-Est Créteil Val de Marne) y desde el punto de vista práctico, ya que ha mostrado su adaptabilidad a los contextos sociales y educativos más dispares.
Actualmente, el equipo de Basket Beat ya ha realizado más de 200 talleres, que han demostrado sus ventajas: no solo cuando se aplican a grupos de adolescentes con alto riesgo de exclusión social, sino también en jóvenes normalizados, en cárceles femeninas, en equipos deportivos y en grupos de empresa. ¡Te contamos su secreto!
La metodología se basa fundamentalmente en la aproximación al lenguaje musical a partir de la pelota de básquet, que resulta especialmente apta para iniciarse en la música por ser un instrumento muy básico. Pero la razón de ser de la misma metodología no es el resultado artístico al cual puede llegar el grupo después de haber participado en un taller. Como ya rezaba el olimpismo moderno (y también uno de nuestros mejores poetas), lo que más cuenta no es la meta final, sino el camino recorrido hasta llegar a ella. ¿No crees?
En el viaje musical que propone Basket Beat, finalmente, lo importante es el aprendizaje sobre el trabajo en equipo y sobre el rol del individuo dentro del grupo, que vehicula y desarrolla esta herramienta educativa.
Además de Basket Beat, en estos últimos años hemos seguido investigando nuevas formas de las creaciones musicales inspiradas por el deporte. Y queremos que las conozcas.
Entre los ejemplos más curiosos que encontramos, recordamos esta performance singular programada en la edición 2015 del MISA – Music In The Summer Air. La orquesta más antigua de Asia (la Orquesta Sinfónica de Shanghai) ofreció una sorprendente muestra del potencial creativo de la fusión entre arte y deporte. Deporte y música se combinaron en una pieza compuesta por Andy Akiho: violines y percusiones acoplados al sonido del rebote de unas pelotas de ping-pong, magistralmente conducidas por dos jugadores profesionales. Los atletas estadounidenses Michael Landers y Ariel Hsing compartieron escenario con los músicos, dirigidos por Huang Yi, dando vida a una composición única, fresca y original, que atrajo la atención de la prensa internacional, calificada por el The New York Times como «vital y vanguardista».
Como has comprobado, encontrar ejemplos de la relación entre música y deporte parecía un cometido casi imposible. Pero investigando un poco hemos descubierto que existen y que ambas disciplinas pueden ser, además, un matrimonio muy bien avenido. ¡Pero nuestra búsqueda persiste, así que si conoces nuevas propuestas que las tengan como eje central, preséntanoslas!
Para finalizar, lanzamos un reto a nuestros lectores más creativos: ¿se os ocurren otras maneras originales y educativas de relacionar ambas disciplinas en un evento cultural deportivo? ¡Somos todo ojos… y oídos!